EL SOLDADO DE LOS MILAGROS:
Pocas personas quedan hoy en día que no conozcan la historia de Benito López Franco, un joven natural de Cetina (Zaragoza) que en 1949 viaja a Melilla para realizar el servicio militar. Aunque la historia es aún hoy confusa, lo cierto es que el día 17 de enero de 1950 el joven aragonés apareció muerto en los aseos del botiquín del cuartel. De manera inmediata, el cadáver fue retirado sin que antes pudiera ser visto siquiera por sus otros compañeros de Cetina, que también se hallaban en Melilla cumpliendo su obligación con el Ejército.
Al día siguiente, y sin más explicaciones, el vicario redactó un certificado de defunción de Benito, en el que se le negaba la sepultura cristiana al considerar que el suicidio había sido la causa de su muerte. Así las cosas, el cuerpo del joven soldado fue enterrado separado por un muro del cementerio católico de la población, aunque ello no impidió que sus compañeros colocaran una cruz en su sepultura. Desde ese momento, su tumba empezó a recibir flores.
En 1975, veinticinco años después del suceso, el hermano del soldado, José López Franco, viajó por primera vez a Melilla para visitar la tumba de su hermano, y cuál fue su sorpresa al descubrir cómo la sepultura que albergaba el cuerpo de Benito estaba cubierta por un manto de flores que los vecinos de Melilla habían ido depositando.
En esa época, la leyenda de que Benito hacía milagros ya estaba muy extendida por Melilla, algo que sorprendió sobremanera a su hermano, que no podía creer lo que veía, y menos aún cuando se le explica que su hermano es conocido como 'El Soldado de los Milagros', y su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación de fieles que rogaban por su intercesión.
Hoy en día, la tumba sigue siendo aún muy visitada, y es raro el día en el que no cuenta con flores frescas traídas por algún devoto. Mientras tanto, más de cincuenta años después de su desaparición, las verdaderas causas de la muerte de Benito siguen siendo un misterio que ha contribuido a hacer aún más grande y recordada esta bonita leyenda.
Pocas personas quedan hoy en día que no conozcan la historia de Benito López Franco, un joven natural de Cetina (Zaragoza) que en 1949 viaja a Melilla para realizar el servicio militar. Aunque la historia es aún hoy confusa, lo cierto es que el día 17 de enero de 1950 el joven aragonés apareció muerto en los aseos del botiquín del cuartel. De manera inmediata, el cadáver fue retirado sin que antes pudiera ser visto siquiera por sus otros compañeros de Cetina, que también se hallaban en Melilla cumpliendo su obligación con el Ejército.
Al día siguiente, y sin más explicaciones, el vicario redactó un certificado de defunción de Benito, en el que se le negaba la sepultura cristiana al considerar que el suicidio había sido la causa de su muerte. Así las cosas, el cuerpo del joven soldado fue enterrado separado por un muro del cementerio católico de la población, aunque ello no impidió que sus compañeros colocaran una cruz en su sepultura. Desde ese momento, su tumba empezó a recibir flores.
En 1975, veinticinco años después del suceso, el hermano del soldado, José López Franco, viajó por primera vez a Melilla para visitar la tumba de su hermano, y cuál fue su sorpresa al descubrir cómo la sepultura que albergaba el cuerpo de Benito estaba cubierta por un manto de flores que los vecinos de Melilla habían ido depositando.
En esa época, la leyenda de que Benito hacía milagros ya estaba muy extendida por Melilla, algo que sorprendió sobremanera a su hermano, que no podía creer lo que veía, y menos aún cuando se le explica que su hermano es conocido como 'El Soldado de los Milagros', y su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación de fieles que rogaban por su intercesión.
Hoy en día, la tumba sigue siendo aún muy visitada, y es raro el día en el que no cuenta con flores frescas traídas por algún devoto. Mientras tanto, más de cincuenta años después de su desaparición, las verdaderas causas de la muerte de Benito siguen siendo un misterio que ha contribuido a hacer aún más grande y recordada esta bonita leyenda.